Carmina ha vivido toda su vida entre resentimientos y odios guardados. Se ha quedado sola tras la muerte de su madre Blanca y habla con ella todos los días en su cripta. Su hermana Ada acaba de morir y Carmina tiene que revivir ese pasado que no la ha dejado en paz, reconocer a sus sobrinos nietos Violeta y Bernardo y, sobre todo, desvelar el secreto de familia con El Cura.
Por su parte, Bernardo se ha dedicado al periodismo y será él quien vaya tejiendo la historia de los mineros caídos en Pasta de Conchos, donde la impunidad se mantiene hasta el día de hoy.
Una novela que nos habla de la culpa, del remordimiento y, por supuesto, del perdón.