Es Navidad, pero el dueño del negocio de antigüedades igual le abre la puerta a un joven cliente; el comerciante no desaprovecha ninguna oportunidad de ganar dinero. El cliente se llama Markheim y es un viejo conocido: ya lo ha visitado siempre con objetos notables, provenientes del gabinete de su tío, un importante coleccionista. Markheim tiene problemas económicos y con frecuencia debe empeñar piezas de valor que, en ocasiones, roba. Esta vez, sin embargo, Markheim no quiere vender. Dice que viene a comprar. Un regalo para una dama. Afuera es casi de noche. La criada del anticuario ha salido a encontrarse con su novio y tanto el negocio como la casa están vacíos.